Por Luis Pedro Coroy
Si algo caracteriza a los guatemaltecos es su cualidad para
identificarse y colaborar con las necesidades extremas, principalmente en los
desastres. Aun cuando las circunstancias nos han marginado a un ostracismo o a
crear círculos personales de protección, lo cierto es que en nosotros existe un
valor que sale a relucir en momentos críticos, la solidaridad.
De más está decir que lo ocurrido en el hogar Virgen de La
Asunción afectó profundamente a la sociedad tocando la sensibilidad, la
impotencia y el enojo ante tan increíble situación. Pero no todo acabó cuando
el fuego se extinguió, pues la lucha por salvar vidas apenas empezaba para quienes lograron escapar de tan terrible suplicio. Si en condiciones
normales es casi una sentencia de muerte asistir a uno de los hospitales nacionales,
imaginen en condiciones críticas y casi al borde de la muerte.
El mismo Presidente indicó que estaban gestionando ayuda
médica para las sobrevivientes, lo que incluía transporte aéreo adecuado el cual llegó gracias al aporte de familias de algunos empresarios quienes donaron
más de un millón de quetzales para el alquiler de seis aviones ambulancia para
trasportar a las jovencitas a hospitales especializados en Texas y Boston.
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| Foto: AGN |
Como un acto humanitario el Gobierno de los Estados Unidos también
otorgó visas humanitarias a las pacientes quienes podrán estar en ese país para
su recuperación. Esto es una muestra que cuando se quiere ayudar y se busca
hacer el bien todos somos personas, seres humanos que sentimos y nos
identificamos con las necesidades de quienes sufren, aunque no hablemos el mismo idioma, seamos del mismo grupo étnico o vivamos en el mismo país.
Indudablemente la vida ya no será la misma para estas niñas
quienes hoy son únicas testigos de lo que pasó ese día, ellas serán la voz de
las ausentes, de las 40 historias que como sociedad debemos conocer y aprender de ellas para
no perpetuar los errores que a diario ponen en riesgo a muchos niños en
instituciones incapaces de protegerlos.
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