El rechazo debe ser conciso y claro |
Yo les digo una sola cosa: cuando vemos a
estos monigotes disfrazados de políticos hacer todo tipo de payasadas con tal
de figurar en las primeras planas de los periódicos y tratando de burlar la
ley, no nos debe indignar que nos quieran ver la cara, debemos indignarnos
porque son tan solo un reflejo de nuestra propia condición.
¿Usted llama a un cuate para colarse en la
fila del banco? ¿Rebasa por la derecha o donde no hay vía para adelantarse en
el tráfico? ¿Justifica que no paga impuestos porque todo se lo roban? Si
respondió que sí, le tengo una noticia, no es Baldizón, somos nosotros. Él
salió de nuestra sociedad, aprendió esas mismas mañas y hoy está en una
posición privilegiada, con dinero, con influencias y satisfaciendo su ego
mientras hablamos de él.
Pero no nos sorprendamos. Lo común, en
cualquier nivel y en cualquier lugar es usar todas las artimañas posibles para
aprovecharnos de la gente, para que nuestros hijos saquen mejores notas, para
que nuestros hermanos o primos consigan buenos huesos, y cualquier influencia
dentro de cualquier negocio es aprovechable. Cuesta no ser redundante, pero
fíjese bien, no es Baldizón, somos nosotros.
Ahora bien, no estoy justificando a este ser
nefasto, el payaso de turno. Estoy solo explicando, a manera de catarsis, que
el fingido líder es solo un espejo de nuestra misma sociedad. Luego de este
último descaro, lo de intentar renunciar a la Secretaría General del partido,
vemos que sigue teniendo adeptos, por miles. Y eso se debe simple y llanamente
a que el caballo ganador siempre tendrá más simpatías. Lo que nos debe
preocupar es que Portillo, el del discurso confrontativo y que llamaba a los
capitalinos “mulas”, ese ganó y sigue siendo líder; Sandrita hizo la misma
desfachatez y sigue siendo candidata, de hecho su poder e influencia pusieron a
Baldizón donde está ahora; qué decir de Serrano, el pastorcillo evangélico
endeudado que hoy vive de sus rentas en Panamá y se da el lujo de tirar dinero
en paleta para convencer a los ilusos actuales sobre sus mentiras.
Seamos coherentes, estamos mal, y no podemos seguir tolerando estas
irresponsabilidades. También todos los defectos de Pérez Molina y sus
equivocaciones son reflejo de nuestra propia sociedad. Atentos a lo que nos dicen
los políticos. Nos hablan más de nosotros mismos. Y eso sí, yo no quiero que
Baldizón me lo recuerde los próximos seis años. Lo debemos vencer, desterrar, a
él y a los defectos que nos revela de nuestra sociedad. ¿Lo intentamos?
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