jueves, 24 de julio de 2014

No es Baldizón, somos nosotros


El rechazo debe ser conciso y claro
Yo les digo una sola cosa: cuando vemos a estos monigotes disfrazados de políticos hacer todo tipo de payasadas con tal de figurar en las primeras planas de los periódicos y tratando de burlar la ley, no nos debe indignar que nos quieran ver la cara, debemos indignarnos porque son tan solo un reflejo de nuestra propia condición.

¿Usted llama a un cuate para colarse en la fila del banco? ¿Rebasa por la derecha o donde no hay vía para adelantarse en el tráfico? ¿Justifica que no paga impuestos porque todo se lo roban? Si respondió que sí, le tengo una noticia, no es Baldizón, somos nosotros. Él salió de nuestra sociedad, aprendió esas mismas mañas y hoy está en una posición privilegiada, con dinero, con influencias y satisfaciendo su ego mientras hablamos de él.

Pero no nos sorprendamos. Lo común, en cualquier nivel y en cualquier lugar es usar todas las artimañas posibles para aprovecharnos de la gente, para que nuestros hijos saquen mejores notas, para que nuestros hermanos o primos consigan buenos huesos, y cualquier influencia dentro de cualquier negocio es aprovechable. Cuesta no ser redundante, pero fíjese bien, no es Baldizón, somos nosotros.

Ahora bien, no estoy justificando a este ser nefasto, el payaso de turno. Estoy solo explicando, a manera de catarsis, que el fingido líder es solo un espejo de nuestra misma sociedad. Luego de este último descaro, lo de intentar renunciar a la Secretaría General del partido, vemos que sigue teniendo adeptos, por miles. Y eso se debe simple y llanamente a que el caballo ganador siempre tendrá más simpatías. Lo que nos debe preocupar es que Portillo, el del discurso confrontativo y que llamaba a los capitalinos “mulas”, ese ganó y sigue siendo líder; Sandrita hizo la misma desfachatez y sigue siendo candidata, de hecho su poder e influencia pusieron a Baldizón donde está ahora; qué decir de Serrano, el pastorcillo evangélico endeudado que hoy vive de sus rentas en Panamá y se da el lujo de tirar dinero en paleta para convencer a los ilusos actuales sobre sus mentiras.

Seamos coherentes, estamos mal,  y no podemos seguir tolerando estas irresponsabilidades. También todos los defectos de Pérez Molina y sus equivocaciones son reflejo de nuestra propia sociedad. Atentos a lo que nos dicen los políticos. Nos hablan más de nosotros mismos. Y eso sí, yo no quiero que Baldizón me lo recuerde los próximos seis años. Lo debemos vencer, desterrar, a él y a los defectos que nos revela de nuestra sociedad. ¿Lo intentamos?

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