miércoles, 30 de julio de 2014

La intolerancia, desde abajo

Medios de "analistas" parcializados que critican a sus hermanos
Resulta que vivimos en un país, tan subdesarrollado, que el único campo laboral que parece expandirse y prometer grandes réditos para la carrera son los “analistas sociales”. Ahora los leemos en todos los medios digitales saber, conocer y condenar todo lo que sucede en Guatemala. Curioso además que varios de ellos radican en Canadá, Noruega y tantos otros países, aquello que el hueso del “analista” genera becas y los hace conocer el mundo. Por un lado, gritan premisas de derechos humanos, de igualdad, equidad, se saben todo aquello de la “legítima defensa de nuestros derechos” y son tolerantes con cualquier cátedra minoritaria.
 
Más curioso es que cuando uno los indaga dispuesto a dialogar y conocer más de su postura contestan con insultos, con falacias “ad hominem” y con descontextualización de cualquier hecho. Uno no puede generar un debate respetuoso sin que lo juzguen a uno de pertenecer al CACIF, de ser ladino, capitalino, hombre, que si se es familiar de algún militar y toda esa falta de coherencia en sus argumentos. ¿Acaso importa la iglesia, el credo o cómo suena mi apellido? Lo que debe importar es la realidad y la coherencia de nuestros actos. Pero si pedimos respeto para las minorías (quién es minoría en este país, piense)  por qué no empezamos por respetar a quien debate con nosotros, por qué no referirnos a los hechos, a las ideas y por qué no predicar con el ejemplo: el respeto a la opinión de los demás.

En fin, me causa curiosidad, especialmente en estos académicos a distancia, que detrás de su computadora creen componer el mundo, especialmente Guatemala, con su sola inteligencia. Pero hay más, resulta que se dan el lujo de criticar a la mayoría de guatemaltecos que quiere prosperar, que trabaja, que día con día se esfuerza con salir adelante. Y ahí sí, me perdieron, puedo ser tolerante con lo que quieran, pero no con que se burlen o juzguen a sus hermanos, a quienes hacen mucho más que ellos pese a no recibir sus ganancias, especialmente en Euros.

Resulta ahora que querer tener una casa es malo, es el cochino “sueño americano”. Resulta que tener una carrera, poner un tu negocio, querer tener un carro nuevo o cualquier lujo es ser “aspiracional”, y peor aún, es ser mediocre y malo.

Pero a ellos, a estos activistas que solo son indigenistas cuando vienen los Euros, que solo son feministas cuando pasan la tarifa, sí que los ve en autos del año, de “gira” en Europa vendiendo sus proyectos de igualdad, no digamos lo que compran o los que se instalan ya de plano en otro país, a vivir de criticar a distancia.

No digo que las familias pudientes de Guate sean un ejemplo de justicia e igualdad, pero pretender cambiar esa realidad practicando iguales errores y discriminaciones me parece ridículo. Aprendamos a respetar los derechos de nuestros iguales, se supone que eso predican. Sobre todo porque, al final, somos estos guatemaltecos aspiracionales los que en verdad estamos trabajando. El campesino no trabaja solo para comer, trabaja para tener una mejor realidad para sus hijos. De cuándo a acá va a venir un tipejo con ínfulas de analista a criticar a todos los que trabajan honestamente en la profesión u oficio que sea.
Con el perdón de, pero si esa es la tolerancia que predican, prefiero pasar. No permitamos esta intolerancia, que se resume a esnobismo del más básico, mediocre e hipócrita. Al que le quede el guante…

Por Güicho Godoy                                                        


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