En 2002, la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) lanza a
nivel mundial el Día contra el trabajo infantil, para concientizar acerca de la
magnitud de este flagelo social y conjugar esfuerzos para erradicar dicha
realidad.
El 12 de junio de cada año
tenemos la oportunidad de fomentar y coordinar las iniciativas de los
gobiernos, institucionales y sindicatos, la sociedad civil, los medios de
comunicación y muchos otros actores a nivel global, como escuelas y ayuntamientos,
en la lucha contra el trabajo infantil.
Cada año se designa un tema en
específico, y en este 2017 es: En los conflictos y las catástrofes,
protejamos a los niños del trabajo infantil.
Esto es debido a que
más de 1,500 millones de personas viven en países afectados por conflictos, la
violencia e inestabilidad. Cada año, alrededor de 200 millones de personas son
víctimas de catástrofes naturales, un tercio de las cuales son niños. Una
proporción importante de los 168 millones de niños víctimas del trabajo
infantil viven en esas zonas.
En general, estas
situaciones extremas tienen un efecto devastador en la vida de los niños: se
ven obligadas a abandonar sus hogares, se destruyen sus medios de subsistencia,
caen víctimas de la pobreza y el hambre y se violan sus derechos humanos.
Suelen ser las primeras víctimas, al destruir las escuelas y los servicios
básicos. Los menores desplazados o refugiados en otros países son
particularmente vulnerables a la trata y al trabajo infantil.
Es necesario adoptar
medidas urgentes para combatir el trabajo infantil en las zonas afectadas por
los conflictos y los desastres. De hecho, la Meta 7 del Objetivo de Desarrollo
Sostenible Nº8 tiene por objeto “asegurar la prohibición y eliminación de las
peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización
de niños soldados, y, a más tardar en 2025, poner fin al trabajo infantil en
todas sus formas”. Juntos debemos intensificar y acelerar los esfuerzos para
erradicar esta práctica, especialmente en las zonas afectadas por los
conflictos y los desastres.
Los niños son el futuro del mundo; si los
obligamos a trabajar desde pequeños, estamos truncando su desarrollo personal,
intelectual y emocional. Contribuyamos a evitarlo por todos los medios posibles.
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