viernes, 29 de agosto de 2014

La violencia como demanda de derecho

Instalaciones quemadas, secuestros. Fotografía de Prensa Libre
Imagínese que a usted lo contrataron en una empresa, que por fin tiene la posibilidad de ganar un salario estable y competitivo para mantener a su familia. En Guatemala eso no es frecuente, ni es cosa de todos los días. Eso es como lo de Jesús y que los ángeles hacen fiesta por cada pecador convertido. El bienestar de uno solo de los guatemaltecos es de celebrar. Pero imagine que a las pocas semanas (incluso antes de que reciba su primer cheque) viene alguien, ingresa a su oficina, lo golpea y lo retiene como rehén. La justificación es que esta persona siente que la empresa le debe algo a él y que va a quemar la oficina, lo va a secuestrar a usted hasta que la empresa le dé un cheque. ¿Qué pensará y sentirá usted? ¿Recordará a su familia, cómo se angustiarán por usted? No me caben las palabras para imaginar ese verdadero terror. Alguien tiene problema con una empresa y usted, que solo busca trabajar y "ganarse la vida" resulta con el peligro de perderla. Bueno, el problema está en que no es una fábula ni un supuesto. Eso pasa en Guatemala, y lo más triste, ocurre todas las semanas.

¿Se enteró del caso de Santa Eulalia? Secuestraron a trabajadores de una hidroeléctrica, luego de retenerlos y golpearlos los liberaron para volverlos a atrapar y secuestrarlos mientras atacaban otras oficinas. ¿Justifica usted estos actos? ¿Es permitido solo porque los agresores son indígenas marginados por 500 años de explotación? ¿La violencia tiene una justificación de semejante proporción?

Bueno, se enteró del caso en Alta Verapaz, en otra hidroeléctrica. De nuevo violencia, de nuevo los famosos "analistas" justificando un lado y condenando al otro. Y la conclusión, violencia y más violencia.

Ahora bien, ayer trascendió lo de la comunidad judía, que fue expulsada de San Juan La Laguna por líderes de la comunidad. Hoy los judíos se van, bajo amenazas y de nuevo las mismas justificaciones. Pareciera que el plan es crear una nueva inquisición, ahora dirigida por los líderes indígenas en contra de todo lo que no sea "indígena". No hablo de apariencias, sino del discurso subyacente en todos los casos anteriores.

Es un común denominador. No sé si notaron pero estas mismas acciones las vimos el año pasado contra algunas empresas mineras, como Marlin en San Marcos y Huehuetenango, La Puya en San José del Golfo (y es vista como la resistencia cool), Minera San Rafael en Santa Rosa (que derivó en un Estado de Sitio) y contra la mina de Níquel en Izabal. Ante todo esto, el Gobierno ha sido inoperante para provocar un diálogo verdadero, no digamos para someter esta resistencia violenta. No son los medios ni las justificaciones alcanzan. Es ahí donde nosotros como población debemos condenar estos hechos, no callar por falsa tolerancia. Debemos ser ciudadanos responsables que exijamos la correcta aplicación de la ley. Nada justifica el secuestro ni los linchamientos. Nada. Si no me cree, póngase en los zapatos del secuestrado, de su familia y dígame si acaso ese no es verdadero terror.

Por Güicho Godoy


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