Este parece la razón de la aprobación: préstamos de 550 millones. |
1) La ley Monsanto violenta contra los derechos de los
pueblos originarios.
Bueno, ni tanto. Según se entiende de dicha ley, solo las
especies genéticas “nuevas” podrán reclamar el derecho de “obtentor” y debe
demostrar fehacientemente que no existía antes. Bajo esa premisa, la sabiduría
ancestral de “sus cultivos” y “sus formas de sembrar” no se ven violentadas
bajo ningún aspecto. De hecho, si el conocimiento ancestral y las comunidades
están bien organizadas, es imposible que “se les prohíba” sembrar lo que
quieran. Ahora bien, existe el temor de que se comiencen a utilizar semillas
hechas por Monsanto y que entonces sí tengan que pagar, una vez sea reclamado
el derecho de obtentor que el gigante de los transgénicos promueve. Veo una
contradicción severa aquí, empecemos que ni siquiera existe un ente regulador,
no digamos que las comunidades ancestrales bien asesoradas y financiadas puedan
demostrar y adueñarse del derecho de sus semillas. De ahí en adelante son puros
supuestos.
2) Monsanto crea transgénicos, por lo mismo atenta contra la
vida.
Este es uno de los puntos más siniestros o como suelen
llamar “asustar con el petate del muerto”. Recomiendo que vayan y lean la
revista National Geographic, sus ediciones de julio y agosto y continuará
durante seis meses más hablando sobre “El Futuro de la Comida”, en las que
explican que para 2050 habrá 2 mil millones de bocas más qué alimentar en todo
el mundo. Las semillas mejoradas, que son más resistentes a las plagas y cuesta
menos cultivar (en su explicación más mínima) es el único futuro que se tiene
para poder alimentar a todo el mundo. Las prácticas ancestrales, aunque
románticas y hasta el momento fundamentales para los “pueblos originarios”, no
serán suficientes para sostener al mundo. NatGeo de hecho es una organización
que apoya mucho a los mismos pueblos y no se trata de una maquinaría “del
imperio”. En estos reportajes han hablado de África y Sudamérica, pero vemos
casos similares a Guatemala y a la coyuntura actual. La pregunta es: ¿sabemos
lo suficiente, tenemos suficientes pruebas contra Monsanto y en general contra
cualquier productor de semillas mejoradas para concluir que son siniestros
intentos para convertirnos en mutantes con miles de enfermedades? ¿O solo somos
parte de una maquinaria anticapitalista que se opone por el simple hecho de
oponerse?
Será que entendemos la ley en toda su dimensión. Y otra
pregunta más: ¿Este Estado de Guatemala que no puede ni controlar que se
respeten las leyes fundamentales a la vida, ni capturar delincuentes plenamente
identificados ni mucho menos solucionar temas tan básicos como la salud y la
educación, está en la capacidad de ya no dejar “los campesinos siembren en sus
propias tierras con total libertad”? Más aún: el Ministerio de Agricultura, que
sería el ente encargado de esta regulación ni siquiera tiene una unidad dedicada
a analizar estas semillas, por lo mismo, hablamos de una ley muerta,
inaplicable con suficientes recovecos dónde frenarla o dónde simplemente no
ejecutarla.
Sabemos que no es una inocentada, sabemos que los diputados
no aprueban una ley sin ningún interés de por medio, así que hubo algo debajo
de la mesa. Sin duda. Pero lo que se deduce de la ley es el interés en cumplir
con los requisitos del TLC con Estados Unidos y conseguir una aprobación burda
de Q550,000 en préstamos para la “ejecución” de esta ley. Más va por ahí la
cosa y es vergonzoso y triste, que nuestros diputados sean así.
Ahora bien, estas pequeñas explicaciones no buscan demeritar
el debate sobre una ley, su análisis y ejecución, pero sí me interesa que la
gente no se deje engañar también por la desinformación. Hablan de dignidad, de
tradición, de irrespeto a los derechos fundamentales de los indígenas. Con su
perdón, pero el debate debe ir más lejos, muchísimo más lejos que estos
argumentos que aunque importante, no son nada. Lo importante aquí es: ¿El
Estado está en capacidad de brindar lo mínimo y fundamental como la Seguridad,
la Salud y la Vida? ¿Es más importante este tipo de leyes que legislar para
reducir la corrupción y la burocracia estatal? ¿Nuestros esfuerzos no serían
más útiles al reducir la deuda en lugar de adquirirla? Debatamos, pero no nos
engañemos ni nos prestemos al juego de algunos desestabilizadores.
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