La Internet trajo mil y una ventajas a nivel de comunicación
pero también muchos peligros. Los más comunes hoy son los sitios o perfiles
disfrazados de comunicadores sociales, cuando en realidad su único fin es estar
atento a un resbalón o descuido de quienes son sus objetivos para atacar como
jauría.
No hace falta ser un especialista en comunicación para
reconocer a estos panfletos electrónicos, hay aspectos que los delatan como lo
que son: desinformadores sin ética y hasta delincuentes porque la calumnia o difamación
son delitos, y que nadie los haya acusado formalmente es otra cosa.
Entenderemos como objetivos que son empresas o personas que
gozan de cierto éxito en los negocios u operaciones y eso, por alguna razón, le
causa urticaria a muchos. Sea por maniobras corporativas o el solo hecho de ser
un dolor en el trasero, siempre tendrán algo negativo para comentar y
compartir, esa es su razón de ser.
Por lo regular utilizan un tono de burla o amenazador en sus
publicaciones, claro, ¿quién dijo miedo detrás de una piedra? Reza el dicho, en
donde esta piedra es la que permite la operación de estos noticieros “wannabe”
en total impunidad para decir lo que quieran protegidos por el anonimato.
Son, y serán, el vivo ejemplo de la ola de cangrejos en
donde todos se joden y nadie puede superarse, si no ayudan al menos dejen a
quienes sí hacen algo continúen haciéndolo, si lo hacen bien o mal no somos
nosotros quienes deben señalarlo, tenemos derecho a opinar pero hasta allí.
Todo mundo se puede amparar bajo la “libre expresión del
pensamiento” pero hay que saber utilizar ese derecho y no abusar de este para
difamar mentiras, esto no es de comunicadores, noticieros ni nada que se le
parezca, es una acción con mala intención que solo busca confrontar, juzgar y
señalar, pero de brindar un servicio a la sociedad, eso imposible.
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