No cabe duda que hay temas que no pasan de ser una anotación en los calendarios de organizaciones internacionales, uno de estos es el Día mundial contra del trabajo infantil, anunciado pero no celebrado el pasado 12 de junio. Gracias a su vulnerabilidad los niños son obligados a laborar en las llamadas peores formas de trabajo como lo indica la Organización Internacional del Trabajo, OIT, convirtiéndose muchas veces en esclavos pues algunos no llegan a recibir un pago.
En nuestro país muchos de estos casos se ven a diario en los
semáforos en donde menores son obligados a mendigar para satisfacer las
necesidades económicas de otros, una forma de explotación que pasa frente a las
autoridades sin que estas hagan algo para detenerla, mucho menos velar por los derechos humanos de los niños.
Como un mito urbano se sabe que hay vehículos que
distribuyen a estos menores en sitios estratégicos con tal de aprovechar la
mayor cantidad de peatones o conductores para pedir dinero. Si bien se ha visto
en los medios la desarticulación de bandas de explotadores, este es un mal que
parece afectar cada día más en lugar de disminuir.
Pero ¿de quién es la culpa? ¿De los padres de estos niños o
del Estado? Yo diría que de los dos, unos por no tener una clara planificación
familiar y luego dar u obligar a sus hijos para este tipo de explotación; y del
Estado por no proporcionar las oportunidades para el desarrollo familiar integral.
Tengo que reconocer que el día contra el trabajo infantil
también me era desapercibido hasta que recibí información sobre cómo
identificar este tipo de explotación y, lo más importante, como denunciarla. Este
último punto me parece el más importante a resaltar pues todos lo vemos pero en
realidad no sabemos qué hacer.
En lugar de buscar monedas para dar a los niños, por qué no
mejor escribimos varios papeles con un número para pedir ayuda, creo que con
ello podemos rescatar a muchos de esos niños quienes se merecen algo más que
ser bufones de un sistema que no vela por ellos.
Sin ánimo de utilizar una muletilla demasiado gastada, pero
sí todos podemos hacer algo para que nuestra ayuda no se quede en solo dar las
monedas que pensamos van a ayudar pero en realidad solo alimentan el ciclo de
la explotación infantil.
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