
Pues bien, resulta que el orgullo chapín, ese que sale cuando se juega contra Costa Rica o México y ese que solo sirve para lanzar premisas de falso nacionalismo, los inundó a todos. Yo les decía "¿Qué hay si el niño simplemente debió respetar el protocolo?" y entonces sonaban esas respuestas de siempre: "Pobrecito, es un niño", "Dejalo, a esa edad no te fijás en el protocolo" o la mejor "Los niños no saben respetar las reglas". Apliquemos esas afirmaciones al pueblo de Guatemala: "Pobrecitos, es que son pobres, es que la gente no sabe de protocolos, por eso no los respeta, la gente no sabe respetar la ley". Ahí está como un pequeño gesto nos desnuda como nación.
No sabemos seguir las reglas, no sabemos respetar procedimientos, no tenemos madurez para obedecer la ley, para acatarla y hacerla cumplir. De ahí que en las cosas más cotidianas, como hacer doble fila, rebasar por la derecha, pasarse semáforos en rojo, bloquear intersecciones o cosas aún más simples como no tirar basura en la calle se vuelven tan fundamentales. Motoristas llevando el caso en el codo en lugar de la cabeza (desobedeciendo la nueva ley y atentando contra su propia vida), personas protestando contra las empresas que les llevan empleo, pero ellos solo quieren que les sigan mandando euros bloqueando carreteras y demás.
Ahí está nuestra indignación y lo peor es que dejamos que pase. Nuestra supuesta autoridad deja que todas estas actitudes sigan impunes y no se vale, no se puede así. ¿Cómo vamos a construir una nación basada en el Estado de Derecho si todos los ciudadanos desobedecen la ley y el Gobierno que debe hacerla respetar es permisivo con estas faltas?
¿Usted está de acuerdo con que Messi debió saludar al pobre niño? ¿Usted cree que es adecuado que la autoridad se haga de la vista gorda? Reflexione sobre este tema, piense en Messi y el mundial de forma que entendamos que debemos parar con esta forma de permitir romper las reglas. Guatemala ya no aguanta con más supuestos ciudadanos que rompen las leyes a conveniencia, y que tratan de imponer su voluntad por sobre la voluntad de sus vecinos.
Güicho Godoy
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