Con todo lo que pasa en el diario vivir en tribunales y en la sociedad en general, cada vez se me afianza más el pensamiento de que "toda obra disfrazada de buena tarde o temprano saca a relucir algo malo", principalmente cuando se tarta de política.
A sabiendas de que aquí todo mundo hace lo que quiere, principalmente los gobiernos, el caso más reciente se enfocó en la posible compra de unos juguetes que cobrarán notoriedad, no por la felicidad que puedan traer a los niños sino por el precio y quién los compraría, los trompos del gobierno.
Una iniciativa de los ministerios de Cultura y el de Educación, dio de qué hablar hasta que ambos desistieron. A todo esto, no es la primera vez que alguien piensa en algo semejante, antes fueron mochilas y antes, antes, antes de eso pelotas e implementos deportivos, motivo por el que se dio un estancamiento en el Congreso por la interpelación a un ministro la cual duró meses y seguramente seguimos sufriendo por esta parálisis legislativa.
Pero bien, volviendo a los trompos, no es el juguete el que molesta sino el solo hecho de querer utilizar las emociones de los niños para disfrazar malos manejos. Como dije, las buenas obras son tapaderas y seguro estos juguetes serán motivo de cuestionamientos más adelante o capaz y será el próximo caso a cargo del Honorable Juzgador, uno nunca sabe.
Y es que cualquier regalo despierta la ilusión en los niños, no importa si es un bolsón de mala calidad, un juguete defectuoso o la ultima maravilla en entretenimiento, lo más importante acá es mantener siempre el respeto hacia otras personas y no pensar en solo por el hecho de ser niños se les puede alegrar con cualquier cosa. Además del obvio mal manejo de recursos y dinero del país.
Al parecer lo de los trompos ya no va, pero aun quedan yo-yos, capiruchos, ligas y hasta Pókemon Go, cuando hay mentes que solo buscan crear espejismos podemos esperar de todo, así que a mantenerse alerta y siempre con el rumbo positivo.
Los trompos del Gobierno
Trompos para las masas
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